jueves, 12 de abril de 2012

omsed

Puede que le eche de menos, pero el orgullo me puede. Cuando le conocí, todo fue realmente extraño, la verdad, se podría decir que sucedió uno de esos típicos flechazos que dice sentir la gente. Era diferente a los demás, y sé que diréis ''¡Como siempre!'', pero es verdad. 
No por que fuera el más guapo, ni por que fuese el más listo, simplemente porque por cualquier tontería que hacía, me sacaba una sonrisa, su imperfección me pareció perfecta. Horas y horas de conversaciones, tonterías, risas, sonrisas, abrazos, tonteos, ¡cualquier cosa me hacía sentir bien si era con él! Incluso se podría decir que era como adictivo para mí, mi vicio, y como todos sabemos un vicio es algo muy jodido de dejar, pero en fin, todo tiene un principio y un final, aunque las cosas buenas no deberían cambiar nunca, ¡pero vaya si cambian! Pero así es la vida, ¿no? Habrá personas que llegarán a tu vida y luego se irán, quizás porque no se merecen estar en ella, ¿pero sabéis qué? Yo a él le perdonaría cualquier cosa, ¡cualquiera! Y si queréis que sea sincera, os diré la verdad, simplemente le echo de menos, echo de menos esas conversaciones de un par de horas, esos piques, esas risas, echo de menos nuestras peleas, ¡echo de menos todo lo que tenga que ver con él! Y no porque le quiera más que a mi vida, si no porque mi vida es él. 

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