sábado, 25 de junio de 2016

Hoy he escuchado decir a alguien que las cosas se escriben cuando están a punto de ser olvidadas para, así, hacerlas eternas. Así que he pensado en algo que esté a punto de ser olvidado, y he pensado en nosotros.

Él era como una ducha fría en pleno agosto, era como un lunes festivo. Era como despertarte y ver que todavía te quedan horas para dormir. Él era encontrar el lado más frío de la almohada en verano. Era encender la radio y coincidir con tu canción favorita sonando. Él era como la felicidad de un niño cuando los reyes magos aciertan con su regalo de Navidad. Era como el sonido de las olas rompiendo en la orilla.

Él era el bien.

Pero él era muchas más cosas.

Él también era la lluvia que te pilla cuando vas sin paraguas. Él era el enfado que coges al salir de la peluquería con un nuevo y desafortunado peinado. Él era la nostalgia de los días de frío. Era como perder el bus y tener que esperar veinte minutos más en la parada. Él era como llegar a casa a las tres del mediodía y que la comida aún no esté hecha. Él era como ir al cine y perderte el principio de la película.

Él era el mal.

Él era ambos. Era el ángel. Era el demonio.
Él era yo. Y yo era él.
Nosotros éramos.
Pero ya no somos.
Ya no seremos.
Simplemente,
fuimos.

Efímero: adj, que dura poco tiempo o es pasajero.

A todos y cada uno de nosotros nos asustan los finales. Hay finales tristes y también felices, pero todos conllevan algo que evitamos a toda costa: despedirnos.

Despedirse: verbo pronominal
(despedirse) 
Decir adiós

Los finales y, por lo tanto, las despedidas son resultado de la fugacidad. Todas y cada una de las cosas existentes son efímeras. Pero voy a escribir sobre lo más efímero que ha sucedido en mi vida. Voy a hablar de ti. 

Fuiste fugaz, al igual que esas estrellas que todo el mundo espera ver para pedir un deseo. Fuiste mi estrella y mi deseo, al mismo tiempo.