viernes, 22 de junio de 2018

Alerta roja

Todos mis sentidos en alerta.
Media sonrisa y una mirada fugaz
bastan para conseguirlo.

Me rozas.
Y siento la conexión antes del contacto.
Mucho antes.

La música pone el ritmo,
aunque mi pecho marca otro más acelerado.
Escucho tu risa durante la tercera estrofa,
y caigo en la cuenta de que hacía mucho que no la oía.

Te quedas detrás de mí, inconsciente del torbellino.
Porque nunca lo has sabido,
porque nunca te lo he dicho.
Pero es tan fácil y tan obvio,
solo tienes que verme.
Verme como yo te veo.

Reprimo las ganas de pedirte que no pases página,
que te quedes en la nuestra un rato más.
Donde me hablas de aviones y de desenfreno,
o cuando te burlas de los trajes con tachuelas.

Estoy gritando, pero en realidad me callo.
Y  me quedo conmigo lo que nunca dije,
lo que nunca digo.
Y me miras una última vez, diciendo que esperas volver a verme.

Pero no sabes que en realidad soy yo la que lo espera volver a encontrarte.
Cansada de buscar en otros ojos lo que me perdí de ti,
temiendo no dar otra vez con lo que encontré contigo.