lunes, 2 de abril de 2018

Autodestrucción

Somos suerte, 
cómplices de latido rápido, 
mentes que comparten demasiado. 

Somos corazones que se juegan mucho,
conjuntos de historias,
risas que quieren escucharse más. 

Soy impaciente, busco el accidente.
Te veo, te siento, acelero.
Y choco. Queriendo.

No suena ninguna alarma, 
pero huyo. 
Corro, escapo, te pierdo. 
Me escondo, me arrepiento, me pierdo.

Vuelvo.
Ya no somos. Ya no eres. 
Pero yo sigo siendo. 
Y nos pierdo. 

No te lucho, no te encuentro.
No me perdono. Lo siento.
Somos derrota.

Pero yo vuelvo, 
una y otra vez,
vuelvo.
Vacía, 
con el corazón hueco
y risa convertida en hielo.

Tan vacía como el que no sabe perdonarse,
como el que conoce el agua salada demasiado bien. 

Y al mismo tiempo

Llena, 
con rebeldía en la mirada
y fuego abrasador en el pecho. 

Tan llena como el que quiere a quien no debe,
como el que guarda demasiado dentro. 

Vacía y llena,
yo.