sábado, 25 de enero de 2020

el calendario de quererme

Siempre me quieres cuando llega septiembre,
con el tiempo en contra
y la conciencia enterrada.

Me quieres la noche del viernes,
con la vista nublada,
la música alta
y las ganas intactas.

Me quieres la madrugada del domingo,
con la aspirina en la mano
y con la verdad en tus venas.

Me quieres cuando truena,
con la soledad de quien no es capaz de abrir la puerta
y la melancolía del que pudo haber ganado, pero se dejó vencer.

Me quieres en la oscuridad,
cuando solo te guías por el instinto
y la vulnerabilidad te hace desear a alguien a quien desvelar en la madrugada.

Me quieres cuando te pierdes,
cuando me encuentro.

Me quieres cuando no queda tinta,
cuando todo está dicho.

Y no,
no me quieres.

sábado, 4 de mayo de 2019

itinerario

Turbulencia por recuerdo.
Compré los billetes sin mirar antes el tiempo,
y ahora la tormenta no nos deja aterrizar.

Turbulencia, turbulencia, turbulencia.

Y tú tan lejos.
¿Era así como nos querían?
Arrinconados en nosotros mismos,
sin ser capaces de traspasar nuestras propias pieles.

Todos se asustan y gritan.
Yo te miro,
despeinado pero serio.
Ya me conoces, yo siempre he sido más de gritar para adentro.

Turbulencia, turbulencia, turbulencia.

¿Es justo arriesgarse a volar para esto?

Turbulencia por lo siento.
Por beso.
Por cobardía.
Por no tenernos.

Turbulencia, turbulencia, turbulencia.

Y al final,
siniestro.



viernes, 29 de marzo de 2019

Copa en mano,
y el corazón en vano.
Malgastado, maltratado y engañado.
Perteneciendo a quien no quiere.

Alcohol en vena,
y la mirada en ella.
Sedienta, rebelde y sincera.
Deseando lo que no debe.

El debate es eterno,
no hay opción correcta.
Ser o deber.
Sentir o sobrevivir.

Observa de lejos.
Sonríe de lado cuando alguien se le acerca,
intenta no ser descubierto.
Sujeta fuerte el vaso, echa la vista hacia otro lado.

De vez en cuando,
sus miradas se cruzan.
Son segundos disparados,
y cuando se encuentran se esquivan.

Pero ya nadie puede negarlo.


viernes, 17 de agosto de 2018

domingo, 22 de julio de 2018

La importancia de los silencios

Ruido, 
de eso está lleno el silencio.
Un ruido estridente, del que no se entiende nada 
pero se siente todo.

No hay nada más complicado de escuchar que el silencio
por todo lo que calla. Por todo lo que esconde. 
Hay que buscarle el sentido. 

El silencio entre dos desconocidos que acaban de encontrarse sin buscarse. El silencio de dos personas que han dejado de quererse, o el de aquellos que desean sentir menos de lo que admiten. El silencio de la decepción creciente, o el de antiguos amantes que no esperaban volver a verse. El silencio que se pasea por la calle las madrugadas de los martes. El silencio de alguien que no sabe explicarse con palabras, o el de una despedida en la que no se está preparado para decir adiós. El silencio cuando todo está dicho. El silencio al esperar una respuesta que puede cambiarlo todo. El silencio de la soledad. El silencio de aquel que sueña despierto. El silencio después de una discusión. El silencio del miedo. El silencio de la verdad. 
El silencio del todo.

Si entendiéramos los silencios, quizás no habríamos perdido tanto. 
O lo hubiéramos perdido mejor,
sin dejar cosas por decir.
Sin dejar cosas por sentir. 

Pero solo escuchamos lo que oímos:
sonidos superfluos, sólidos y opacos. 
Y al final, 
nos olvidamos de los silencios.

viernes, 22 de junio de 2018

Alerta roja

Todos mis sentidos en alerta.
Media sonrisa y una mirada fugaz
bastan para conseguirlo.

Me rozas.
Y siento la conexión antes del contacto.
Mucho antes.

La música pone el ritmo,
aunque mi pecho marca otro más acelerado.
Escucho tu risa durante la tercera estrofa,
y caigo en la cuenta de que hacía mucho que no la oía.

Te quedas detrás de mí, inconsciente del torbellino.
Porque nunca lo has sabido,
porque nunca te lo he dicho.
Pero es tan fácil y tan obvio,
solo tienes que verme.
Verme como yo te veo.

Reprimo las ganas de pedirte que no pases página,
que te quedes en la nuestra un rato más.
Donde me hablas de aviones y de desenfreno,
o cuando te burlas de los trajes con tachuelas.

Estoy gritando, pero en realidad me callo.
Y  me quedo conmigo lo que nunca dije,
lo que nunca digo.
Y me miras una última vez, diciendo que esperas volver a verme.

Pero no sabes que en realidad soy yo la que lo espera volver a encontrarte.
Cansada de buscar en otros ojos lo que me perdí de ti,
temiendo no dar otra vez con lo que encontré contigo.



lunes, 2 de abril de 2018

Autodestrucción

Somos suerte, 
cómplices de latido rápido, 
mentes que comparten demasiado. 

Somos corazones que se juegan mucho,
conjuntos de historias,
risas que quieren escucharse más. 

Soy impaciente, busco el accidente.
Te veo, te siento, acelero.
Y choco. Queriendo.

No suena ninguna alarma, 
pero huyo. 
Corro, escapo, te pierdo. 
Me escondo, me arrepiento, me pierdo.

Vuelvo.
Ya no somos. Ya no eres. 
Pero yo sigo siendo. 
Y nos pierdo. 

No te lucho, no te encuentro.
No me perdono. Lo siento.
Somos derrota.

Pero yo vuelvo, 
una y otra vez,
vuelvo.