viernes, 20 de diciembre de 2013

simple

Él la mira con admiración, casi con locura, e intenta no perderla de vista o, simplemente, no perderla. Se puede ver el brillo en cada milímetro de su mirada. Se puede distinguir el sonido de sus latidos aumentando de velocidad. 

Ella se siente observada, y sabe quién la observa. Y sonríe.

No hace falta nada más.

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