jueves, 2 de febrero de 2012

Los meses me pasan lentos, quizás por esa sensación que tengo siempre de que algo va mal. Hay veces en la que la opción de derrumbarme y echarlo todo a perder me tienta, pero hay algo que frena con una fuerza bestial. Algo que me grita ¡¿Qué coño haces?! Y ese algo, sea lo que sea, tiene la razón. Antes, solía reírme con tanta fuerza que mi risa era hasta contagiosa, ahora mis carcajadas provocan a la gente una simple sonrisa compasiva. Patético, lo sé. No puedo pedir otra cosa, me he pasado tanto tiempo sin sonreír que la gente que ve por fin una mueca de felicidad en mi cara, por muy pequeña que sea, se asombra. Me he acostumbrado a estar en otros brazos que no son los tuyos, he descubierto nuevos compases de otros corazones que no son el tuyo, he explorado otros ojos, he descifrado otras miradas y he abandonado otros destinos. Ya no eres el único, aunque sí el más intenso. Aunque, en realidad, nadie dijo que fuera a ser fácil.

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