jueves, 9 de febrero de 2012

Hoy por ti.

Tenías razón cuando decías que no sabía nada de la vida, que me quedaba mucho por aprender y que aún era una cría para hablar de experiencia. Tenías razón cuando me decías que no sabía mentir, o cuando decías que algunas cosas son mejor no saberlas. Cuando me regalabas una ilusión y tras un abrazo te dormías a mi lado. Tenías razón cuando me decías ''Hay que salir de casa Lorena, es bueno dar largos paseos que te lleven a descubrir nuevos lugares'', tú me enseñaste que, hasta en días de tormenta, merece la pena salir a explorar lo que te rodea. Me demostraste que la soledad, servía para encontrarse a si misma, y que a veces, incluso te ayuda a descubrir quien eres. Recuerdo cuando me compraste mi primera bicicleta, roja, con el manillar amarillo, el claxon azul y rojo y los pedales verdes. Recuerdo cuando me ponías películas en las mañanas de verano para que no me aburriese, o cuando me dabas uno de tus auriculares para que escuchásemos juntos tu radio. Esa radio que tantas veces te he visto escuchar con máxima atención, esa radio que, a pesar de que tu ya no estés, aún sigue en tu cajón, esperando con ansias a que alguien la encienda. Recuerdo cuando te ponías a gruñir a los demás, y luego me mirabas y me guiñabas un ojo. Recuerdo cuando me cantabas aquella canción, nuestra canción... Recuerdo cuando me recordabas que era la niña de tus ojos, y cuando me torturabas a cosquillas y me hacías reír como nunca. 
Tenías razón cuando decías ''Os quejáis de mi, pero luego me echaréis de menos''. Y así es... Aún no me he acostumbrado a estar sin ti, abuelito. Pero en fin... es ley de vida, ¿no? Los nietos deben ver la marcha de sus abuelos, no al revés. Pero han cambiado tanto las cosas desde que tu no estas... Tienes un nieto nuevo, ¿lo sabías? Es precioso. Estoy segura que te sentirías orgulloso de ver lo unida que está la familia, y todo gracias a ti. Tu ida nos unió a todos, nos hizo apoyarnos unos en otros. Y ahí se cumplió tú última lección, ''A veces de la desgracia surge la felicidad''. Todo fue tan repentino... Recuerdo la última vez que te vi en aquella camilla, jamás te había visto tan débil, pero por dentro estabas más fuerte que nunca, me lo demostraste apretándome la mano con fuerza y sonriéndome a través de la mascarilla.  Y una noche, sin más, tu corazón dejó de latir... Hace unos años que te fuiste, pero yo sé que des de donde estés, sigues a mi lado. Que nunca quisiste irte, que nunca me has abandonado. Yo también he cambiado, ¿sabes? No soy como antes pero al mismo tiempo sigo siendo la misma niña que se sentaba en tu regazo domingo tras domingo. Espero que siempre estés orgulloso de tu nieta. Y hoy quería aprovechar para darte las gracias, por haber compartido tu vida conmigo, ya sabes que hablar de estas cosas no se me dan bien... de hecho, es la primera vez que lo he echo. Gracias por todos esos años.
PD: Nos vemos pronto, abuelito.

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