jueves, 3 de noviembre de 2011

x

Cuando ya dejaron de existir las miradas cómplices entre nosotros, cuando dejó de haber risas y empezó a haber desprecio, cuando las sonrisas se convirtieron en miradas heladas, cuando empezamos a odiar dormir porque sabíamos que soñaríamos con el otro, cuando las despedidas eran demasiado corrientes, cuando dejé de llorar por tí, cuando tu le pegaste una ostia a aquel coche y yo lancé mi móvil al vacío, cuando tu dijiste que Ya no sentías nada, cuando yo dije que Te odiaba, cuando nos dejamos de abrazar, cuando nos negábamos a reaccionar, cuando dejamos de luchar, cuando ya no nos girábamos para ver como el otro se iba, cuando dejamos de mirarnos, cuando dejamos de querer rozarnos, cuando empezó el odio, cuando se acabó el amor, cuando dejamos de decirnos Te quiero, cuando me empezaste a hacer llorar y luego temías que te rechazase. Ahí fue cuando me dí cuenta, de que todo HABíA ACABADO. 
Negué todo lo ocurrido, le grité al viento como pudimos ser tan orgullosos, le pedí al tiempo piedad, le supliqué a las lágrimas cesar, odié con toda mi alma a todos aquellos lugares, a nuestros lugares. Con cobardía me enfrenté al destino y le pregunté, con sarcasmo, si se lo había pasado bien arruinando mi vida. Él no contestó, como es evidente. Pegué al vació, y grité con fuerza mientras lloré. ¿Porqué tuvo que ser tan cruel conmigo?
Y me enorgucí de orgullo, y hoy que ya Te veo tan lejos, puedo decir, Hasta nunca, mi gran amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario