martes, 5 de julio de 2011

Ya ni me duele.

Me gustaría sentir que no hay nadie más que yo, no depender de nadie, no llorar nunca, sonreír siempre...
Pero ahora enserio, la felicidad no puede estar tan lejos, ¿o sí? Yo lo sé, sé que no soy perfecta, que tengo más defectos que cualidades, que tengo una mala suerte..., ¿que porqué? Muy sencillo, siempre pasa igual. 
Me enamoro, luego me ilusiono, soy feliz de sopetón, me desilusiono, lloro sin parar, y me vuelvo a enamorar. 
Ya es rutinario, ya es costumbre el no ser correspondida, tan costumbre, que ya ni me duele que no me quiera. Es como si mi corazón se hubiese acostumbrado a no ser querido, y ya no esperase nada. Es por eso que no he llorado, por eso que no me he derrumbado, porque ya pienso <<¿Para qué?>> No vale la pena, al fin y al cabo por mucho que llore no arreglaré las cosas, y el tiempo no está para perderlo. ¿Que me gustaría tenerte? Pues sí, nada me haría más feliz ahora. ¿Que porqué tiro la toalla entonces? Porque paso de luchar para luego quedarme con las manos vacías. Suelo arriesgar, pero esta vez, paso. Seguiré adelante, y sí, quizás mañana si llore, porque veo que aún me gustas tanto como ayer, y cada vez veo que llegar a tí es mucho más difícil, pero tranquilo, que he pasado por peores momentos y ya tengo experiencia en esto. 

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